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sábado, 24 de julio de 2010

Julio 2010

El ir sin pelo, sólo es evidente cuando me miro en un espejo o camino por la calle.
Cuando me miro en el espejo, veo una forma con la que una parte de mí se identifica y otra, con la que también me identifico, oculta y terrible. Y ante el espejo y sin el espejo las fundo en una sabiendo que ninguna es real.
Es curiosa la experiencia para una mujer,- ya que muchos hombres la tienen,- de no estar adornada por el pelo; de que el hecho de raparlo, quitarlo, desenmascare y remueva personalidades, escondites, esperanzas.

En la calle se me muestra otra personalidad, la veo como se va formando. Cuando cruzo mi mirada con otra mirada que sé que me mira por mi ausencia de pelo, las reacciones que voy teniendo, las respuestas que voy siendo, crean esa personalidad donde me yergo orgullosa, o esa otra ,donde pienso que piensan que estoy enferma, que por eso no tengo pelo.
Y yo sé que la razón por la que me he rapado no es forzada por "la enfermedad", es un acto de pararme como Sistema de Conciencia de la Mente, esa que ha generado "mi enfermedad".
Y me empujo a ir más allá, respiración a respiración, hasta que nada quede que sostenga ese Yo de la Conciencia.

Me perdono por aceptar y permitir que el diseño de la imágen, de cara a la aceptación de los demás e integración en algo que "creo" es más que yo, me genere inseguridad y rechazo hacia mi mísma.

Me perdono por aceptar y permitir sentir miedo de perder "la creencia" en lo que una imágen aceptable tiene que ser, sin darme cuenta que esa creencia no es real, está creada por la Mente de Conciencia en base a la comparación y la polaridad.

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